Brujas griegas
En esta obra se
pretende recordar el lugar que tiene la mujer en la sociedad como la persona
que da la vida y, si lo amerita, llegar a ser capaz de quitarla. Es ahí donde
juega un papel fundamental el hecho de que Medea sea una hechicera con las
características que su rol conlleva: malvada, hábil e inteligente, ya que sin sus poderes
sobrenaturales no hubiera podido llevar a cabo su venganza de la manera tan
cruel como lo hizo.
Obra Medea de Euripides
Obra Medea de Euripides
Otra hechicera en la literatura griega es Circe, en La
Odisea de Homero. Cuando Odiseo llega con su tripulación a la isla Eea,
encuentra una casa de piedra, alrededor de la cual se hayan animales como lobos
y leones, que no son más que personas que cayeron presas de los hechizos de la
diosa Circe, quien se dedicaba a tejer en su gran telar mientras cantaba de una
manera hermosa que era escuchada desde los alrededores de su morada. Los
miembros de la tripulación de Odiseo fueron testigos de su armoniosa voz y
quisieron ir a pedirle ayuda, misma que la diosa les ofrecería inmediatamente
haciéndolos entrar a su casa y estando dentro utilizó sus poderes para preparar
una pócima que los haría convertirse en cerdos. Odiseo encontró a Hermes quien
le dio un brebaje que lo libraría de los poderos hechizos de Circe para poder
enfrentarla y rescatar a sus compañeros. Odiseo marchó a donde Circe, quien lo hizo entrar y beber de sus pócimas, pero
no dieron resultado. Circe le propuso a Odiseo que se acostara con ella y éste
le dijo que aceptaría si ella cumpliera la promesa de convertir a su
tripulación en humanos y dejarlos en libertad. Circe accedió, los untó con otra
poción y todos volvieron a ser humanos.
Se presentan en ambos personajes, Medea y Circe, varias
características de las hechiceras: ese miedo que los hombres les tienen porque
están enterados de su inteligencia y poder sobrenatural al cual ellos no tienen
acceso, una gran belleza que provoca deseos sexuales incontrolables y ese
respeto por considerar a la mujer la gran madre.
Tal vez ese fue el motivo de la posterior negatividad
atribuida a la mujer: la incapacidad del hombre de obtener ese poder que el
sexo femenino posee, así que al no lograr
igualarla procede a someterla para menguar su fuerza.